¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

jueves, 16 de junio de 2011

El mito de la diversificación criminal, réplica.

En marzo del presente año Jaime López-Aranda Trewartha* publicó en Animal Político la siguiente columna. He decidido incluir unabreve réplica a su breve columna para indicar los errores que esta pluma ha encontrado. Es necesario que tengamos una sana confrontación de ideas sin perder la oportunidad para aprender sobre el fenómeno de la delincuencia organizada, fenómeno que azota a nuestro país.

Refuto el argumento que sostiene como un mito la diversificación criminal sostenida por López-Aranda. Expongo el texto íntegro añadiendo en paréntesis y letras cursiva mi réplica.


"El mito de la diversificación criminal"
De un tiempo para acá corre la especie de que los cárteles del narcotráfico, transfigurados en delincuencia organizada (Primer error: se tiende a pensar al narcotráfico como una categoría distinta al crimen organizado o, como en este caso, que se “transfigura” de una a otra. El crimen organizado comete hasta un total de 23 tipos de diferentes delitos -tipificados después de una investigación realizada en 107 países- entre los cuales está el tráfico de estupefacientes. Al hablar narcotráfico necesariamente se habla de crimen organizado pero no al revés)), son responsables de poco más o menos todos los delitos importantes del país. En la versión extrema de este argumento—ejemplificada por Robert J. Bunker en un ensayo publicado recientemente, pero compartida también por muchos funcionarios y, sorpresa, por muchos de los “críticos” del gobierno—toda la violencia que se vive en el país es, en sentido estricto, una guerra de dominación sin cuartel: Los cárteles originales son ahora conglomerados del crimen, aspirando a controlar todos los aspectos de la vida criminal y batiéndose a sangre y fuego por controlar los más mínimos aspectos del negocio. No hay, según este argumento, una operación de narcomenudeo, extorsión, secuestro o deshuesadero demasiado pequeñas para que el Chapo, el Viceroy o el Chango no sólo quieran controlarla y exigirle tajada, sino que además están dispuestos a matar y morir para hacerlo.

El argumento es alarmante—y por eso tiene tanto éxito en Estados Unidos—pero también reconfortante—y por eso tiene tanto éxito en México. Es alarmante porque un puñado de mentes maestras controlaría casi todo lo que ocurre en el bajo mundo mexicano, lo que los convierte en personajes extraordinariamente poderosos que, cualquier día, llamarán a Los Pinos a dictarle términos al Presidente. Es reconfortante porque, bueno, si sólo hay un puñado de mentes maestras, se les puede destruir, pactar con ellas o mejor aún, esperar a que se destruyan y pacten entre ellas—dependiendo de la preferencia de uno, claro. (Segundo error: pensar el problema del crimen organizado como una fenómeno exógeno  en donde el Estado nada tiene que ver más que el nivel de involucramiento que éste decida tener en cuanto a una política pública de seguridad y que, para acabarla de amolar, sólo puede ser represiva. El crimen organizado aprovecha las fisuras que ha dejado el entramado institucional de un país –en el caso de México los abismos enteros- para poder consolidar su imperio criminal con mayor facilidad. Cuando hablo de entramado institucional hablo concretamente de la capacidad técnica y administrativa de los jueces para poder dictar una sentencia que este fundada y motivada con apego de la ley; hablo de la capacidad de poder armar un expediente que contemple la información patrimonial de una persona y con pleno acceso por parte de la Secretaría de Hacienda -u otras instancias acreditadas- para poder llevar a cabo así auditorías que revelen el lavado de dinero; hablo de la capacidad del Estado de ofrecer mecanismos jurídicamente vinculantes de rendición de cuentas que transparenten los procesos democráticos –en especial las elecciones de precandidatos al ser las menos reguladas de todas- para poder ejercer un poder ciudadano honesto y transformador; hablo de la ejecución de sentencias sin importar el apellido o el tamaño de la cartera, siempre con apego a la ley. Acción policiaca y eficiente aplicación de la ley, inteligencia financiera, abatimiento a la corrupción política y prevención social son las 4 variables que más ayudan a reducir el crimen organizado en un país y también, de paso y por si a alguien le importa, ayuda a fortalecer el verdadero Estado de Derecho -según investigaciones serias realizadas en los mismo 107 países anteriormente mencionados-. México ocupa el 5to lugar peor posicionado en el mundo en el incumplimiento de estas variables sólo después de Afganistán, Guinea Ecuatorial, Nigeria y Pakistán.)

El problema fundamental del argumento—y es uno que, por obvio, quizá sea el primero que se olvide—es que no hay ninguna evidencia de que los cárteles mexicanos sean hoy más poderosos que antes. (Tercer error: investigaciones serias han venido monitoreando el nivel de infiltración en los municipios mexicanos desde 2001. Dichas investigaciones -lideradas por la Oficina de Naciones Unidas contra Droga y Delito- han constatado que a la fecha -2011- el 72% de lo municipios de México están parcial o totalmente cooptados por el crimen organizado. Este avance brutal en el poder político de los grupos criminales se ha acentuado en los últimos años. El crimen organizado mexicano –liderado por la Federación de Sinaloa- es el tercer grupo más poderoso del mundo sólo después de las Triadas chinas y la mafia rusa, pero el primero en América Latina. Sólo recientemente la DEA ha declarado a “El Chapo” Guzmán el narcotraficante más poderoso de la historia. El argumento que dice que los cárteles mexicanos no son más poderosos que antes cae por su propio peso) Más bien al contrario. Incluso en los recuentos más básicos, hay ahora en el país más organizaciones que reclaman status de cártel de las que nunca habían existido. (Cuarto error: esta situación obedece al fenómeno de la “Paradoja del Crimen Esperado” la cual demuestra –con base a análisis, otra vez, realizados en 107 países- que la confrontación directa a los grupos de la delincuencia organizada por medio de las armas sin solidificar también los campos financieros, políticos y sociales de donde se nutren estos grupos, lo que se generara en consecuencia es una reacción de fuego mucho mayor a la inicial debido a la cantidad de recursos y capacidad operativa que poseen estos grupos volviéndose en una paradoja. La eliminación de las cabecillas de los cárteles genera la división al interior y con ello la creación de nuevas entidades criminales.)La violencia relacionada con el crimen organizado es ahora más frecuente y dispersa geográficamente de lo que se tiene memoria. Vamos, ¿Cómo se puede argumentar que alguien está en control o cerca siquiera de obtenerlo y en el mismo aliento señalar que no hay una sola plaza importante del país que no esté en disputa? O los cárteles no quieren controlar las plazas más importantes o simplemente no pueden. Si el objetivo era desarticular a los cárteles principales, todo apunta a que la misión está cumplida. 

El segundo problema del argumento es menos obvio, porque requiere pensar como empresario. Si uno vende un producto relativamente compacto y con grandes márgenes de ganancia—cocaína, por ejemplo—que requiere relativamente poco personal y tiene una demanda bastante estable, ¿Para qué comenzar a entrar en actividades de bajo rendimiento que además implican un gran riesgo de atraer la atención de la autoridad y ser víctima de la violencia de competidores? La Secretaría de Seguridad Pública federal llegó a estimar hace un par de años que la ganancia de cada kilo de cocaína para un cártel mexicano era de casi 400 mil pesos. Esto es, unos tres kilos de cocaína—que caben en una mochila y se pueden introducir por un puente peatonal entre Juárez y El Paso por una sola persona—dejarían la misma ganancia de un secuestro como por el que condenaron a Florence Cassez—1 millón de pesos—o la de unas 200 extorsiones semanales de 5 mil pesos promedio. Y eso suponiendo que uno no traslade, como argumentan las autoridades estadounidenses, unas 190 toneladas anuales del producto y tenga ganancias brutas de casi 3 mil millones de dólares al año. La cantidad de secuestros, extorsiones y robos vehículos que tendrían que cometerse para compensar esa cifra implicaría que la mitad del país sería víctima cotidiana de estos delitos y la otra mitad se dedicaría a cometerlos. Tendríamos que asumir entonces que los narcotraficantes mexicanos son los peores empresarios del mundo para “diversificarse” a líneas de negocio intensivas en mano de obra, extraordinariamente riesgosas y de márgenes de ganancia bastante pingües cuando, incluso con sus vaivenes, la exportación de cocaína y marihuana a Estados Unidos sigue siendo absurdamente redituable. (Quinto error: se tiende a pensar que todos los grupos de delincuencia organizada operan a raja tabla con una lógica económica de costo beneficio. Si bien es cierto que los grupos de la delincuencia organizado son organizaciones económicas, no podemos pensar que todas ellas son de la misma naturaleza. De hecho, la más importante convención de Naciones Unidas (la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Trasnacional, conocida como la Convención de Palermo) la cual ha firmado México, nos dice en su artículo 26 que es necesario identificar la identidad, la naturaleza, la composición, la estructura, la ubicación o las actividades de los grupos delictivos organizados. Todos poseen variables que los diferencian unos de los otros. La experiencia internacional nos indica que es necesario hacerlo a riesgo de caer en falacias argumentativas como la anterior. Falacia ya que la fuerza lógica que posee es innegable pero no su sustento material)

Tenemos entonces que considerar la alternativa. El secuestro, la extorsión, el narcomenudeo y el robo de autopartes no son actividades de grandes capos y organizaciones bien estructuradas sino de grupos y delincuentes menores que ahora operan con mucha mayor libertad que antes.(Sexto error: los 23 tipos de delitos en los que la delincuencia organizada ha incursionado, según la evidencia empírica de los mismo 107 países anteriormente mencionados, son actos de terrorismo, contrabando de bienes y servicios diversos, ejecución de funcionarios públicos, extorsión, falsificación de dinero, bonos y valores, falsificación de documentos, fraudes de tarjeta de crédito, homicidios calificados, infiltración patrimonial, lavado patrimonial, lenocinio, lesiones, piratería de productos diversos, pornografía, secuestro, tráfico de armas, tráfico de cigarros, tráfico de estupefacientes, tráfico de indocumentados, tráfico de material radioactivo, tráfico de personas y trata de personas. Es necesario conocer más allá de nuestras fronteras antes de negar la capacidad de erosión que tiene el crimen organizado de nuestro tejido social.)

 Es probable que estos grupos tengan alguna clase de relación con los cárteles más grandes, quizá sean miembros de menor nivel de algún cártel—o dejaron de serlo cuando éste se fragmentó—o tengan alguna clase de relación de negocios con estos, pero no necesitan el respaldo del cártel para hacer negocios y batirse con sus competidores y sus enemigos. En lugar de mentes maestras, estaríamos enfrentando la multiplicación de, bueno, gavillas empoderadas. (Nota: estamos enfrentando a descarnizados líderes criminales al igual que a gavillas empoderadas. La situación es más complicada de lo que se pretende hacer.)

Este escenario es también reconfortante y alarmante. Es reconfortante porque elimina el escenario Pablo Escobar que tanto gusta a los que temen que el Estado mexicano se colapse y bueno, explica mejor porque no hay una sola plaza importante que no esté en disputa. Los narcos habrían dejado de ser una amenaza a la seguridad nacional, si alguna vez lo fueron. Es alarmante, sin embargo, porque la proliferación de estos grupos menores implica que no vendrá un gran capo a poner orden. Tendrán que hacerlo autoridades locales que, hasta ahora, han preferido mirar hacia el otro lado. (Yo les voy a decir lo que es alarmante. Lo que es alarmante es la continua confusión que recibe la opinión pública al ser saturada de una cantidad de trabajos mal informada que pretende conocer y dictaminar el camino que debe seguirse sin el conocimiento apropiado. México enfrenta una crisis de Estado y el crimen organizado trasnacional ha venido a catalizar la fragilidad con la que se sostiene el entramado institucional. Es necesario empezar a comprometernos con el problema que nos liga a todos y conocer a fondo la manera que tenemos para enfrentarlo. ¡México!)

*Su biografía en Animal Político dice lo siguiente: "Jaime López-Aranda Trewartha da clases en el Instituto Nacional de Ciencias Penales, es consultor y en algún momento fue funcionario de la Presidencia de la República, la Secretaría de Seguridad Pública Federal y la Secretaría de Relaciones Exteriores. Ha colaborado con Letras Libres, Milenio Diario, Público-Milenio, Folha de Sao Paulo y Arcana. íguelo en Twitter: @Jaimelat"

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