¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

jueves, 16 de junio de 2011

Hace falta imaginación

Mucho se habla sobre la desmilitarización de una ciudad en específico (Ciudad Juárez es el ejemplo más notorio) o de todo el territorio nacional. De manera burda y poco razonada se “avienta” una propuesta que pretende acabar con el problema de la inseguridad desde un plano muy superficial (creo que por eso es que no podemos avanzar en el terreno de la lucha contra el crimen organizado: no sabemos ni lo que es, ni de lo que es capaz ni hasta qué nivel éste se ha infiltrado en el Estado mexicano). Digo superficial porque así como rechazamos (hablo en plural refiriéndonos a un gran –cada vez mayor- número de detractores a la actual política de seguridad) la acción policiaca como método para solucionar el problema del crimen organizado, los que mantienen la única postura de retirar al ejército de las calles no deben mantenerse en el plano del simple rechazo y pensar que negando algo en verdad se está proponiendo.

La pregunta fundamental al hecho de que el ejército esté en las calles no es cuándo volverán a los cuarteles, sino:

En el tiempo en que los  militares  han estado realizando labores de vigilancia y contención ¿qué se ha logrado en el camino a la reestructuración institucional?

Plantear la pregunta de esta manera nos abre un espectro de nuevas interrogantes que le dan mucho más solidez a la lucha social por transformar a México. Los militares realizan actividades de contención para permitir que el proceso gris que fortalecerá a las instituciones se lleve a cabo. ¿Y luego? La construcción institucional, a mi parecer, nunca ha llegado. Los mandos militares gozan de una mayor impunidad respecto a derechos humanos y no existe autoridad alguna que regule. El fuero militar no excluye las sanciones civiles a los delitos que militares cometan a “partisanos” siendo el Secretario de Marina el que sale al ruedo a defender este tipo de acciones. Los Ministerios Públicos y las Procuradurías Estatales nos sorprenden mes con mes por los niveles de inoperancia y corrupción (el caso Marisela Escobedo es clarísimo) con los que trabajan por esa “reestructuración institucional”.

Al final, no sé si pedir que el ejército salga de las calles es la última de las propuestas, de hecho, no sé si quiera si es una propuesta. Es tan miope como haberlos sacado a realizar actividades de vigilancia y contención pero, ahora que están afuera y vemos los desastrosos resultados, me parece que se le debe a México más que una simple negativa. 

Si hacemos las preguntas adecuadas, obtendremos las respuestas que queremos siempre y cuando recordemos que la lucha social es eso, social, y nunca debe comprometerse a intereses particulares. El Gobierno Federal nos ha tomado la medida de nuestras exigencias y continuamente está “mareándonos” con respuestas cada vez más elaboradas y difusas. Es hora de imaginar nuevos escenarios y verdaderamente comprometernos con la situación del país. Hace falta imaginación.

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