¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

lunes, 11 de abril de 2011

¡Yo también estoy hasta mi madre!

Un poeta escribió estar hasta la madre por la situación que está viviendo el país. Todo el país, sin importar el número de homicidios que tenga o no la ciudad, puesto que esta situación paraliza la dinámica misma de todos los habitantes de México. Con tantas personas muertas, con tantas más desaparecidas y otras muchas más agraviadas de manera directa o indirecta por la inseguridad (relacionada al crimen organizado o no)  resultan ser más de la cuenta oficial de 40,000 (abril 2011). Un número nada nos dice -no puede hablar, por así decirlo- sobre aquellas personas que son desposeídas de los bienes más básicos que debería garantizar el Estado (seguridad jurídica, libertad, igualdad e incluso de hasta el más preciado: la vida) y no pretendemos asustar ni "hacer entrar en razón" a nadie utilizando la estadística. La estadística es una herramienta cuyos resultados parecen ya no incomodar a nadie.
Yo también estoy hasta la madre, tan hasta la madre y enojado como podría estar alguien que ve la ciudad en donde creció y donde permanecen grandes recuerdos de su vida (sin mencionar gran parte de su familia) convertirse en la 6ta ciudad más violenta del país. Me refiero a la ciudad de Torreón, desolada y atravesada por una ola de violencia que nadie esperaba nunca. Tan hasta la madre y enojado como podría estar alguien que ve que en su ciudad adoptiva, Cuernavaca, aparecen personas colgadas de puentes y después acribilladas por comandos armados una vez dejado pasar algunos minutos de agonizante dolor para después fusilarlos a plena luz del día.
Esto no es todo. Tan hasta la madre y enojado como podría estar alguien que le ha dedicado un año a la investigación sobre crimen organizado sin ninguna remuneración económica o de reconocimiento, tan siquiera, y ve cómo la sociedad a su alrededor (amigos, compañeros, académicos, políticos, etc.) se desatienden de la problemática como si hubiese, en un horizonte temporal que sólo ellos conocen, más tiempo para abordar esta situación. Incluso, no sólo se piensa que existe "mas tiempo que vida" sino que "existan otras cosas más importantes".
                                                    
Esto sigue empeorando. Tan enojado y tan hasta la madre como podría estar alguien que aún después de investigar arduamente sobre crimen organizado y procurando llevar el ejercicio del debate y la deliberación a cuanto espacio público se pudiera (las universidades fueron el espacio privilegiado) existan personas que alcen la voz en contra de nuestros honestos esfuerzos y se nos etiquete como “poco propositivos” o “resentidos profesionales”. Se peca de lo que ellos mismos denuncian, puesto que al rechazar nuestra crítica, su rechazo no es acompañado por una crítica alternativa. Paralizan el debate con simples rechazos a la acciones políticas con objetivos ajenos a los suyos, simplemente por ser ajenos. El problema que enfrentamos hoy en día no es un problema de gobierno, sino un problema de Estado. Por lo tanto, todos por igual estamos llamados a reconstruir las bases mismas de nuestra vida institucional sin ninguna otra consideración que el bienestar y prosperidad de nuestro país. Porque México sí es de todos los mexicanos. Esta "clase política" y su agenda de políticas públicas son sólo unos cuantos.
                                                      
Tan enojado y hasta la madre que pese a siempre reconocer las fuentes por las cuales conocemos y difundimos los esfuerzos realizados por otras personas e instituciones de las cuales nos hemos inspirado para llevar a cabo el movimiento por la reorientación de la política de seguridad, existan todavía personas que cubran de un aura de soberbia y prepotencia todos nuestros reclamos a la sociedad civil, al gobierno y a los políticos en general. El único principio que no inhibe el progreso es "todo sirve" (Feyerabend). Si nos comprometemos a seguir manteniendo las cosas de la misma manera en la que están, ¿cómo es que alcanzaremos el progreso que tanto necesitamos? 
                                                      
Me encabrona que las figuras que se han erigido por estar dentro de la más horrible de las coyunturas (el asesinato de un ser amado) como "voceros de la ciudadanía" (véase "Aristocracia Civil: ¿voceros de la ciudadanía? en http://antonioattolini.blogspot.com Febrero, 2011) caigan en una dinámica de simulación y mala representación al verse cegados por la persecución de sus objetivos particulares, olvidando la responsabilidad que tienen con las otras personas comparten el mismo dolor que ellos. El beneplácito de las cámaras de televisión posee un poder altamente corruptor. Nos referimos a  Alejandro Martí, Nelson Vargas, María Elena Morera e incluso, triste decirlo, Javier Sicilia. La responsabilidad con la que ellos lograron erguirse como voceros de la ciudadanía recae en no sólo buscar respuestas a sus objetivos particulares, sino a acabar con el problema desde la misma raíz, problema que ha causado la muerte de otras miles de personas.
Estoy hasta la madre que se piense que estamos buscando un hueso político (el que sea en el nivel que sea). Estoy hasta mi reputamadre que, sin conocer y menos entender las motivaciones personales por las cuales hemos decidido emprender esta tarea, se entorpezcan nuestros esfuerzos interponiéndose entre nosotros y la sana crítica, una altísima pared tapizada de prejuicios y rencillas personales. Me re hincho de coraje al pensar que se nos acuse de no seguir las “formas” y los “protocolos” necesarios cuando han sido esas mismas formas y protocolos las que le han dado solidez institucional a nuestro movimiento. Siempre nos pronunciamos a favor de los partidos políticos, de los diputados y senadores, del Presidente de la República. Estamos a favor de México.
Lo que me tiene hasta mi madre es que se han perdido de vista los fines a los que un estudiante universitario debiera aspirar: formar parte de una comunidad integral con miras siempre a incrementar la justicia, la prosperidad y la libertad (sí, como un fundamentalista moral, eso pienso que los estudiantes deberían ser). En cambio, los estudiantes de México  se han centrado únicamente en seguir  “formas” y “protocolos” que piensan serán las que a la larga les darán de comer. Claro, nunca se debe morder la mano que da de comer. Paremos esta dinámica y deconstruyamos los imperativos que recaen sobre los estudiantes, los cuales a su vez obedecen sin cuestionar. Pónganse a pensar, ¿qué es lo que se nos está "dando de comer"?  La larga mano del Gobierno (o de todo aquel que se asuma como detentador de autoridad por medio de la fuerza u no del argumento) nos arroja nada menos que simulaciones, discursos “políticamente correctos”, perfidia al por mayor. Eso es lo que nos estamos tragando...¿en serio?
                                                    
Nada me puede enojar más que encontrar a personas que buscan la mera confrontación antes que el diálogo. No puedo creer que se piense que algo tan delicado y tan sensible como la muerte de tantas miles de personas a causa de una estrategia de seguridad que está comprobadamente equivocada (que las cifras, los resultados o las conclusiones no sean parte del discurso del Gobierno Federal no quiere decir que dejan de ser verdaderas) sea parte de “lo que tiene que ser” y la indignación o el repudio ante la inercia con la que se muestra la mayor parte de la población no sea algo que naturalmente sintamos nosotros, los estudiantes.
Grito de una buena vez: ¡estoy hasta la madre! La necesidad por la reorientación de la política de seguridad representa una responsabilidad histórica que tenemos como estudiantes Se suele pensar en la sociedad civil y en la academia como grupos que no aparecen a simple vista como interconectados en la práctica cotidiana del quehacer político. ¡Error! ¿Qué más sociedad civil y qué más académico que los estudiantes? ¡Y aquí estamos! Trabajando por el México del presente.No todos, no siempre, pero algunos muy comprometidos que ven este momento como la imperativa oportunidad de regresarle a su país la estabilidad que requiere a través de las herramientas adquiridas en el salón de clases. Se requiere de un carácter firme y convencido que insista siempre en la superación y trascendencia del status quo, no de una autocomplaciente y apática sumisión a lo dado. 

Somos un importantísimo motor de cambio y por eso es que continuaré, hasta que me quede vida y por el amor a mi país, insistiendo en que esta política de seguridad está equivocada; en que este Gobierno debe reorientar su política pública hacia una mucho más sensible a las recomendaciones de organismos internacionales, expertos en la materia y ultimadamente a la búsqueda del bienestar de la población; a que se deje de politizar el tema con fines electorales de cara del 2012 ya que esto sólo distorsiona y difumina el verdadero problema entre tanto slogan de campaña y publicidad superficial; a denunciar como perversas las declaraciones de los funcionarios del Gobierno Federal que buscan hacernos creer que la violencia es un mal exógeno al Estado y que no hay nada que hacer para controlarla y menos aún para disminuirla siendo esta consecuencia de una política pública equivocada ("Paradox of the Expected Punishment", Edgardo Buscaglia. El artículo está en internet en Scribd bajo mi nombrre de usuario: antonioattolini)
¡Estoy hasta la madre que todos veamos el mundo girar! ¡Estoy hasta mi reputamadre que nadie esté igual de encabronado que yo! ¡Estoy hasta mi madre de que las propuestas sean un bien rotundamente escaso y que la parafernalia mediática y la denostación del trabajo ajeno sean el común denominador de todos aquellos que, al final del día, no están haciendo nada por su país!
¡Despierta México! ¡Estoy hasta la madre de tu pinche indiferencia!
                                                                     

1 comentario:

  1. Sólo me limitaré a citarte Antonio. Espero que no te canses de repetir la siguiente frase, ya que parecería que los estudiantes nos hemos quedado sordos:
    "Lo que me tiene hasta mi madre es que se han perdido de vista los fines a los que un estudiante universitario debe aspirar: formar parte de una comunidad integral con miras siempre a incrementar la justicia, la prosperidad y la libertad..."

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