¿Quién es Casandra y por qué grita?
En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.
Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.
domingo, 20 de enero de 2013
Cambio de paradigma: sociedad civil en red
En el siglo XV, después de que
Europa Occidental fuera arrasada por una plaga de peste bubónica (o peste
negra), los científicos de la época –hombres eruditos y con conocimientos muy
superiores- determinaron que había sido una constelación la que había provocado
la peste. Sí, la manera en la que las estrellas estaban acomodadas en ese
periodo de tiempo es la razón por la que casi una tercera parte de la población
en Europa falleció. Uno en retrospectiva ve esta situación y no puede más que
pensar, “Bueno, ¿pero qué eran tontos o qué?”.
Con este dato de “sabías qué…”
para la plática de cóctel, quiero decir que eso mismo va a pasar en este país
si las cosas siguen como van en este momento. Cuando se hable de cómo en México
el fenómeno de la delincuencia organizada, de la corrupción de Estado o de la
falta de mecanismos para la implementación y verificación de los más básicos
derechos humanos era explicada con una caricatura ridícula de aseveraciones y
saltos lógicos, vamos a decir exactamente lo mismo que decimos sobre los
europeos del siglo XV. Porque eso parecemos, ¡medievales!
¿Cómo puede ser que en este país
que se precia de ser una de las economías emergentes más importantes del mundo sea
ya sea por omisión, negligencia, incapacidad o mera indiferencia incapaz de
proteger el derecho humano más básico de un orden democrático que es el de la
libertad de expresión? ¿De qué sirve el PIB, la tasa de inflación, la prima de
riesgo, la proyección de crecimiento, si el Estado es incapaz de garantizar
derechos de vida a quienes se manifiestan públicamente en desacuerdo con el
gobierno o alguna autoridad, la que sea? ¿Cómo puede Aleph Jiménez, vocero de
la Asamblea de #YoSoy132 en Ensenada, desaparecer de la noche a la mañana y no
haya los mecanismos de seguimiento para la pronta recuperación de esta persona
sana y salva? Y así como él, tantos otros más que quedan en el anonimato.
(Como paréntesis, hago aquí pública la responsabilidad que tiene el
Procurador del Estado de Baja California, el Gobernador del Estado y al
Presidente Municipal de Ensenada de presentar con vida, sano y salvo a Aleph
Jiménez así como también la de prestar toda la asistencia jurídica que necesite
la familia antes, durante y después de que esto suceda.)
En este país sucede el fenómeno
descrito por Giorgio Agamben en su libro La
nuda vida. México sería un perfecto ejemplo de esto. En este país existen
las instancias formales que reconocen la sacralidad de los derechos y profesan
su compromiso firme con la protección y garantía de estos. Claro, de dientes
para afuera. Lo que sucede –y lo que es verdaderamente perverso- es que
mientras en el discurso se sacraliza la vida, en la práctica existen métodos
sistemáticos que violentan y denigran esa misma vida que se decía proteger. En
el discurso, el Presidente Calderón y cuanto tanto simulador profesional que
tiene este país, son elegantes al hablar de la situación de estado de derecho y
estabilidad que vive el país, pese a los “específicos” territorios en donde la
violencia se ha concentrado. En la práctica, el Estado mexicano se ha
desentendido por completo de implementar y verificar que, en efecto, lo que se
dice en las reuniones parlamentarias, congresos y cenas de gala se cumpla
efectivamente. Hemos sido testigos de cómo defensores de derechos humanos, como
Aleph Jiménez en Ensenada, son sistemáticamente desparecidos y olvidados por el
discurso oficial porque, al final, en el
agregado esas vidas no son significativas. Como quien dice, ¿qué tanto es
tantito?
Si pretendemos como #YoSoy132 ser
una sociedad civil operativa, debemos protegernos a nosotros mismos de los
embates que la camarilla de mafiosos corruptos van a liberar en contra de
nosotros. Tenemos el caso de Aleph, a los compañeros detenidos en León o
Tlanepantla en donde expedientes terriblemente mal integrados y sin una
motivación fundamentación adecuada, le
son imputados cargos federales a personas que simplemente ejercían su libertad
de expresión y asociación. Es hora de empezar a diseñar los protocolos de
seguridad necesarios para hacer frente a esta situación. Crear, de una vez por
todas, una red de Asambleas Estatales y Locales que estén monitoreándose 24/7
entre ellas. No solamente es necesario operar en red para desarrollar una
agenda social que pueda tener el suficiente impacto mediático y político para
obligar a los malandrines corruptos que tenemos como representantes populares a
hacer su trabajo. La red también es una manera de asegurar y acompañar a las
Asambleas más desprotegidas para evitar que más casos como los de Aleph Jiménez
sucedan. El caso de los italianos de la red LIBERA es el ejemplo paradigmático
de cómo una sociedad civil se puso a trabajar en serio para hacerle honor a las
víctimas inocentes de cada poblado y de cada comunidad impulsando una agenda
social que buscase prevenir mayores violaciones a derechos humanos.
Porque ya es hora de ponernos a
trabajar en serio. Porque queremos a Aleph Jiménez presentado sano y salvo.
Porque ya basta de ser el país de las oportunidades perdidas, el ya merito y el nunca nada va a cambiar. Cada paso que demos encaminados hacia
la creación y articulación de una red, es un granito de arena que cada quien va
poniendo y que, toda junta, forma la playa de la democracia auténtica mexicana.
¡Adelante!
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