¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

sábado, 7 de mayo de 2011

Javier Sicilia y la Marcha Nacional: liderazgo social irresponsable

El crimen organizado trasnacional es un problema grave. Este fenómeno amenaza los mismos cimientos con los el Estado mexicano moderno se sostiene hoy en día: ofrecer la seguridad jurídica mínima indispensable a los gobernados garantizando un justo proceso;  garantizar la esfera de libertades del individuo con respecto a intromisiones de otros individuos o del mismo gobierno;  garantizar la igualdad entre los individuos de un Estado; y por sobre todas las cosas, garantizar el monopolio legítimo del uso de la fuerza.
El problema del crimen organizado ha escalado a tal nivel que, según Edgardo Buscaglia –experto en seguridad internacional de Naciones Unidas y profesor investigador de la Universidad de Virginia y Stanford  y profesor visitante en el ITAM- el 72% de los municipios en México están parcial o completamente cooptados por el crimen organizado.  Una gravísima corrupción política antecede, mantiene y promueve este fenómeno. La Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) cuenta con un personal que no rebasa las 60 personas, de entre las cuales la mitad es personal administrativo. El desplegado policiaco y militar que se ha llevado a cabo en varias de las más importantes ciudades del país (principalmente en estados costeros al Pacífico y norte del país) no está respaldado por una eficiente aplicación de la ley. Por lo que cualquier captura, detención o presunta culpabilidad de algún sujeto o “banda criminal” con supuestos nexos al crimen organizado que las fuerzas del orden presentan a los medios de comunicación, debido al terrible entramado jurídico que procesa a estos sujetos, el 98% de los casos no reciben sentencia punitiva y son otra vez puestos en libertad. Todo esto contribuye a que el crimen organizado siga operando con la facilidad y la impunidad con la que viene haciéndolo desde los últimos 10 años (este problema si bien es heredado de pasadas administraciones, la presente tiene la mayor responsabilidad sobre él ya que es en este periodo en donde se han intensificado los efectos perniciosos que este problema genera).
¿Y la sociedad civil organizada dónde queda ante este problema? Sería necesario –y por demás deseable- que la sociedad civil participara en mecanismos para la transparente rendición de cuentas a través de organismos públicos y autónomos. Hablar de sociedad civil organizada es hablar de asociaciones civiles formales, de académicos, de los líderes de opinión de los medios de comunicación masivos, etc. Esta entidad conformada por una multiplicidad de agentes es la que debería detonar la creación –o modificación- de cualquier política pública. El gobierno debería, a su vez, entender y reconocer el valor de esta participación e incluirla en el desarrollo de un programa de gobierno que de verdad fuese integral y democrático.
Hoy es/fue la Marcha Nacional convocada por el poeta Javier Sicilia la cual partió desde Cuernavaca y llegó/llegará al Zócalo de la Ciudad de México. No estoy de acuerdo con la manera en la que este personaje está procediendo para resolver un tema tan grave como e antes mencionado. Si bien la manifestación de ideas es una garantía constitucional que nadie debe ni puede arrebatarnos, este fenómeno se mueve dentro de otra esfera.
Quisiera exponer lo que para mí es la mayor incongruencia de este movimiento de la manera más simple. Primero, la marcha es convocada en contra de la “guerra injusta” del Presidente Calderón. Segundo, esta marcha tiene el carácter de ser plural y heterogénea ya que trata de ser lo más incluyente posible. Tercero,  a esta marcha entonces se le integrar miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas, madres de los niños muertos calcinados dentro de la guardería ABC, personas a favor de la legalización de las drogas, madres de hijos militares asesinados con sus fotos, estudiantes universitarios con plataformas artístico-culturales, campesinos de San Salvador Atenco, vecinas de la vecindad, académicos en general , otras asociaciones civiles junto con sus representantes,   todos con su muy particular bandera con la cual buscan sus muy particulares objetivos. Cuarto, la marcha contra la inseguridad se vuelve entonces un caldo ideológico que revela el inmenso dolor, frustración y resentimiento que existe entre la población mexicana. Por último, ¿qué es lo que sale de este movimiento? Un pliego petitorio en donde se incluyen propuestas/exigencias que por su ambigüedad y su atractivo emocional resultan favorables para todos, en la medida de sus circunstancias como lo son “Que renuncie Calderón, el gobernador de Morelos y que los partidos políticos se pongan a hacer su trabajo”. De esta manera el rol de la sociedad civil organizada como una entidad –sí, heterogénea pero articulada alrededor de un tema- queda difuminado y pasa de ser un posible actor pivote para el cambio a una masificación abstracta y violenta de la situación que está viviendo el país. El movimiento surge como resultado de la muerte del hijo del poeta Javier Sicilia la cual, si bien puede o no obedecer a la realidad del crimen organizado, revela la ineficacia del gobierno por esclarecer responsabilidades jurídicas a quién privó de la vida a otro ser humano. Cifras revelan que como este caso existen otros 1,200 junto con más de 500 desaparecidos en Morelos. Esta situación se repite 40,000 veces más. Si hiciéramos un burdo estimado sobre a cuánta gente afecta la muerte de uno de estos sicarios, soldados, policías o civiles y dijéramos que afecta a un total de 10 personas (entre amigos, familiares y compañeros de los difuntos), estamos hablando que en México existe casi medio millón de personas muy enojadas con el sistema. Este tipo de dolor y este tipo de resentimiento se almacena en las fibras más sensibles de la población.
Convocar (por segunda vez) a una manifestación pública de rechazo a la política pública del Presidente Felipe Calderón contra el crimen organizado donde lo único que nutre al movimiento es el dolor y la frustración de la gente es irresponsable. Se debe encaminar esta catarsis social (única en los 4 años de gobierno) hacia la construcción de un pacto de unidad nacional sustentado en propuestas claras y distintas. Si no hay propuestas claras y distintas, entonces reconocer su ausencia pero trabajar y articular a la sociedad civil organizada a la formulación e implementación de las mismas. La inclusión de la que tanto se habla sería entonces encaminada hacia la construcción y el progreso, no a compartir la misma tribuna para expresar las inconformidades de cada grupo. La física tiene mucho que enseñarnos al respecto: fuerza que es aplicada en un área concentrada y limitada genera mayor presión.
Pedir la renuncia de Calderón como exigencia del movimiento es utilizar el dolor de la gente para mantener el apoyo al movimiento tanto como sea posible, sabiendo de antemano que lograr la renuncia del presidente es muy difícil e ignorando de antemano que aún si Calderón renunciara el problema del crimen organizado persistiría. Este es el tipo de irresponsabilidad que impera en el movimiento de Javier Sicilia. Nunca antes en estos 4 años de gobierno alguien había recibido tanto apoyo y clamor popular. Nunca antes en estos 4 años había surgido una figura que estuviera alejada de la dinámica político-empresarial a la que nos habíamos acostumbrado. Un poeta que con sus palabras de dolor cautivó el dolor de todos los mexicanos pero que a su vez está –consciente o inconscientemente- secuestrando una causa social a través de los más acartonadas y obsoletas prácticas de la izquierda de vanguardia: manifestación, plantón, exigencias políticas irrealizables, resaltar la superioridad moral de la causa por sobre todas las cosas, etc.
Basta ya de manifestaciones públicas del dolor y el resentimiento del pueblo mexicano. Este país no se merece más sufrimiento ni más vejaciones por parte de un gobierno que no escucha, no ve, no siente el dolor de sus representados. Los liderazgos que emanen del pueblo deben mantener la causa del pueblo viva. Siempre es muy atractivo estar frente a un micrófono y decir todo lo que está mal en nuestro país (¡que vaya que es mucho!). El fin al que toda acción política transformadora debe aspirar es a eliminar el problema del crimen organizado ya que este problema a su vez esta nutrido por la ineficacia judicial y la ausencia de mecanismos de participación ciudadana para la reorientación de cualquier política pública. Este fin es tan necesario como deseable para todos lo que tienen algo de qué quejarse en este país. El problema es que si el fin no está definido, mucho menos los medios necesarios para alcanzar este fin, aún abstracto para muchos.
Es difícil ir contracorriente pero es necesario explicitar este fenómeno social, más cuando la figura de Sicilia ha convocado a tanta gente que en verdad ha sufrido lo que nadie en esta vida debería sufrir: la muerte de algún ser querido a manos de otros seres humanos desesperados por integrarse de alguna manera a la sociedad. Delinquiendo es cómo estos seres humanos pueden sentirse parte de algo más grande. Para las víctimas en cambio es muy atractivo integrarse a un dolor aún más grande que el suyo con lo que se sienten escuchados, tomados en cuenta. Pero no basta con esto ya que reconociendo el dolor de la gente no resolverá la situación tan crítica en la que nos encontramos.

3 comentarios:

  1. Es cierto, las herramientas empleadas por Sicilia son anticuadas e históricamente ineficaces. A mi parecer una marcha puede significar de buena forma la empatía social de una causa, el lado negativo es que rara vez se cuenta con una cabeza de verdad, con una propuesta política, social, ¡vaya a veces ni ideológica! Acciones como estas están inmersas en un círculo vicioso de estira y encoge, que nunca llega a nada.
    Por otro lado, mis experiencias me han llevado a dudar de la posibilidad de la llamada sociedad civil. Tú lo has dicho vivimos en un México corrupto donde el problema del crimen organizado está en las entrañas de nuestro sistema político y no nos ayuda para nada nuestro sistema judicial. ¿Cuál es la posibilidad real de que una sociedad civil pueda realmente reorientar el rumbo de un país? El ideal es una democracia participativa, pero la sociedad mexicana ha hecho poco por ganarse este calificativo.
    A mi opinión el cambio tiene que venir desde arriba (aunque así se continúe con este mismo modo disfuncional) de quienes tienen la posibilidad real de modificar la conducta.
    Pero no lo sé de cierto.
    Por eso pregunto ¿crees que la respuesta a la situación complicadísima que estamos viviendo está en la sociedad civil organizada?
    Me gustaría conocer más del asunto ¿alrededor del mundo qué muestras hay de este tipo de organización y su efectividad?

    Un saludo, muy acertada la crítica.

    Omar M. @ommega91

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  3. @ausdenRuthen dijo:

    Ya van varias marchas de este tipo; son una válvula de escape para ventilar el dolor.
    Al finalizar las movilizaciones, se establecen mesas, se definen acuerdos y... todo sigue su marcha con el combustible de la "inercia burocrática".
    Las cosas sólo cambiarán el día que llegue una camada de gobernantes que sepan resolver problemas de manera creativa y que estos lleguen sin compromiso alguno.

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