¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

domingo, 1 de mayo de 2011

Reflexiones de madrugada: la muerte de Osama bin Laden

Murió Osama Bin Laden. El líder de la organización terrorista más buscada de los últimos 10 años falleció en una operación relámpago llevada a cabo por Marines de Estados Unidos en una población fronteriza de Pakistán. El Presidente Obama habla dice en su discurso ante la nación que “se ha hecho justicia” al presentar el reporte que confirma la muerte del autor intelectual del atentado terrorista el 11 de septiembre de 2001 contra las “Torres Gemelas” en Nueva York. Con la gracias y la simpatía de siempre, Obama salió a flote en el evento que determina (según se rumora) su camino a una reelección casi asegurada. El mundo Occidental celebra este golpe contra el terrorismo internacional y la alegría del pueblo americano es la alegría de todos los pueblos libres del mundo. ¿Será? ¿En verdad hay algo qué celebrar?
Sí, lo hay, pero siempre entendiendo que en la historia no hay buenos ni malos sólo circunstancias. La política exterior de los Estados Unidos los últimos 10 años han sido de una costosísima e (hasta ayer) infructífera “guerra contra el terrorismo”. Esta guerra al parecer tenía como objetivo principal encontrar y capturar vivo o muerto a la mente criminal más buscada de los últimos tiempos: Osama bin Laden. No más. En este sentido, la “guerra contra el terrorismo” ha resultado victoriosa y Estados Unidos recupera el prestigio de paladín tanto al interior como en el exterior.  Entendiendo que es gracias a la diversificación y fragmentación en células perfectamente delimitadas alrededor del mundo que una organización terrorista es exitosa una de dos cosas pueden suceder: la organización terrorista al perder la cabeza que los unía (efecto serpiente) termine por perder fuerza y dirección; por el otro lado puede suceder que al perder la cabeza muchas pequeñas piezas busquen mayor preponderancia sobre las otras células (efecto garrapata) y una ola de violencia entre las restantes células comience. La opinión del autor de estas líneas es que la realidad se incline más hacia el efecto garrapata y que una contundente represalia por parte de Al-Qaeda (o alguna de las células que logra amasar mayor poder político y económico entre las demás restantes) será inminente en un futuro.
Por otro lado, si bien en los Estados Unidos en el mismo momento en que estas líneas se escriben las calles están saturadas de personas que claman el nombre de los Estados Unidos. Nueva York y Washington son un mar de gente todas compartiendo el mismo frenesí y la misma satisfacción. Nadie se pregunta por las futuras represalias anteriormente mencionadas. Nadie se pregunta ya de Guantánamo o de Abu Ghraib. Mucho menos la gente habla del supuesto programa para el desarme nuclear mundial y simultáneo. Hoy por hoy se sabe que un “grave hijo de puta” nacido en Arabia Saudita, establecido en Afganistán y escondido en Pakistán desde hace poco menos de 10 años ha muerto y eso es bueno para los Estados Unidos. Los que estamos lejos –parafraseando una conocida frase- vemos el evento con el criterio de: “Lo que es bueno para Estados Unidos, es bueno para el mundo”. ¿El mundo? ¿Entendemos a esta totalidad orgánica por completo para poder decir que “el mundo” está feliz hoy con la muerte de Osama bin Laden? Estoy seguro que del otro lado del mundo, en una pequeña cueva de Pakistán/Siria/Afganistan/insertenombredepaísno-occidental hay gente con ideales, convicciones y un programa político muy específico para sus compatriotas (en el cual no está integrado Estados Unidos) con mucho enojo y resentimiento. Es imposible pensar la historia a estas alturas del partido a través de un maniqueísmo chato peor sobre todo irresponsable. Si bien Osama bin Laden era un personaje funesto para este lado del globo, no podemos determinar así, sin mayor reparo ni detenimiento, el que todo el mundo estaría de acuerdo con nosotros.
Sin duda, esto derivará en un cambio importante en la política exterior estadounidense. La política exterior pasará de ser una marcadamente intervencionista en países como Afganistán, Pakistán e Iraq (hard power)  a una más conciliadora (soft power). Liberándose Barack Obama de esta pesada carga que ha heredado de la pasada administración, ¿cómo redistribuirá los recursos económicos y políticos que ahora quedan después de este “éxito”? ¿Seguirá la guerra contra el terrorismo en los mismos términos o se buscará reorientar la política exterior hacia una de mucho menor perfil pero de mayor consistencia? ¿Se optará, de plano, por redefinir la política exterior lejos del terrorismo internacional?
Dijo Nietzsche: no hay nada como un fenómeno moral, sólo una interpretación moral de los fenómenos. En este caso, la frase pareciera profética. La “guerra contra el terrorismo” se enfocó en detener a una personalidad emblemática que propinó un muy visible y trágico golpe al país más poderosos del mundo un negro 11 de septiembre. ¿Esta “guerra” es una en la que sólo un lado tiene reivindicaciones que completar o será un entramado social mucho más complicado y mucho más difuso en el que ambas partes estén involucradas? El terrorismo internacional seguirá fortaleciéndose si no se aplica la normativa internacional para abatir este tipo de fenómenos de alto impacto.  ¿Qué es lo que lleva a un hombre a morir por una causa? ¿Desesperación? La “guerra santa” que proclamó Al-Qaeda en contra de los Estados Unidos tiene por detrás una profunda desesperación que para nosotros, los occidentales, debe pasar desapercibida y debe ser rezagada a la no existencia en nuestra búsqueda por destruir y hacer valer nuestra justicia en contra de esos “criminales”.
Hoy es un día muy emocionante, histórico. Hoy, como en muchas otras veces, se nos pone a prueba, ¿estaremos a la altura de la circunstancias y podremos ser tan objetivos y críticos como se nos exige que seamos?  ¿O será que otra vez el vivir en el lado equivocado del mundo y creer en los valores equivocados será razón suficiente para determinar qué ser humano está “bien” y quién está “mal”?
Veamos más allá de la reelección de Obama y de la muerte de una persona. Veamos cómo hoy dos mundos se enfrentan y en medio de este enfrentamiento, en efecto, víctimas civiles e inocentes son las que perecen –occidentales y no occidentales por igual-  por no poder hablar el mismo idioma: el de la cooperación y justicia social. Hoy es un día histórico.
Algo murió. Aún no se bien qué.

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