¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

lunes, 14 de febrero de 2011

Egipto: hito en la incipiente historia del siglo XXI

La Revolución Egipcia (con sus condecoradas mayúsculas) se escribe como un hito en la incipiente historia del siglo XXI. La reivindicación democrática que puso a tambalear al régimen dictatorial de Hozni Mubarak el 25 de enero, vio el amanecer del viernes 11 de febrero como uno de los más gloriosos en los últimos 30 años: Mubarak renunciaba y con él los abusos y la irracional explotación del capital humano se terminaban. La Plaza de la Liberación -multitudinario foro que llego a acoger hasta dos millones de protestantes- se veía colmada por la emocionante noticia que llegó hasta el corazón mismo de los egipcios (árabes, humanidad).  

En este momento, un régimen militar se ha instaurado en Egipto, disolviendo a las dos cámaras del Parlamento y tomando la administración pública bajo sus riendas. Es este mismo ejército el que, una vez vista la fuerza incontenible de las protestas, decidió no reprimir a nadie y permitir que las manifestaciones siguieran adelante. La prensa internacional mostraba imágenes de los cuerpos castrenses compartiendo con los civiles abrazos, comida y muestras de aprecio mientras que el país se veía sitiado y Mubarak no encontraba salida a este embrollo. Al final, Mubarak cayó y la sociedad egipcia, en su conjunto, reclamó para si la victoria final.

¿Y ahora qué? ¿Será esta la historia –al menos en una región como Latinoamérica esto podría parecer así- en donde una “Junta” toma el control de país y da inicio a un gobierno militar?  Al parecer existe una generalizada confianza en los cuerpos militares para tomar –por un tiempo acordado de seis meses- el mando del país. Expirado este plazo, el plan es convocar a elecciones y así remover todo el óxido remanente de la dictadura de Mubarak y frotar sobre las instituciones el aceite de la democracia (¡ah, qué poeta!) Hay algunas voces en contra.

Los que se oponen a esta forma de proceder en este periodo de transición alegan que las fuerzas del orden quieren secuestrar una revolución que es de todos para su propio beneficio. ¿Dónde estaban los policías cuando miles de familiares de los manifestantes fueron asesinados, reprimidos o encarcelados? Más parece un oportuno y pragmático revire en las convicciones de los policías, que una sincera búsqueda por normalizar al país. El punto nodal en este alegato es que el reclamo va hacia los policías, no específicamente hacia el ejército. Importante aclaración, más cuando se esta hablando de dos sectores importantísimos dentro de la sociedad egipcia y que, debido a los 30 años de gobierno dictatorial, se veían homogeneizados dentro del espectro de “fuerzas del orden”. Es decir, al caer una dictadura que concentraba todos los poderes dentro de un muy limitado círculo de personas con un amplísimo rango de influencia, es fácil caer en las generalizaciones dicotómicas. La taxonomía social típica es la de “ellos” (los agentes del régimen) y “nosotros” (los explotados, en general, por este régimen). Ahora bien, el ejército jura lealtad a la patria y actúa para el mejor interés de esta. Los policías, no me parece que juren algo ante alguien, pero al que se deben es al oficial mayor que paga sus sueldos. El ejército es el que tiene el mando del gobierno, no la policía.

Hablemos de los policías. Hoy, se han manifestado cientos de policías en la Plaza de Tahrir manifestando su apoyo a la Revolución Egipcia. Reuters reporta que los manifestantes policiales gritaron "Nosotros y el pueblo somos uno"; los policías dijeron que querían "honrar a los mártires de la revolución". ¿Estos mismos policías que agredieron a los manifestantes al principio de las revueltas, reprimiéndolos con gases lacrimógenos y balas de salva, son los que ahora claman el grito de la victoria? La noticia reporta –tal y como nuestras intuiciones indicaban- que existe un desprestigio hacia la policía orquestada por el anterior oficial mayor (leal al régimen de Mubarak), Habib al-Adli. Ahora que Mubarak y todo su empolvado gabinete se han ido, las voces de los “policías honestos” claman la reivindicación de las fuerzas policíacas y aseguran que su lealtad y apoyo incondicional está con el pueblo egipcio.

Ahora, el ejército. El discurso del ejército es –sin importar si existen intereses perversos o no por detrás- brillante. "Los altos cargos son corruptos, pero nosotros compartimos los mismos problemas que el resto de los egipcios, bajos salarios, falta de libertad y humillaciones", ha declarado Salah Mohamed, agente durante 15 años, según reporta El País en su número de hoy. ¿Se dan cuenta del intento de ruptura de la dicotomía de la que escribíamos unas líneas arriba? Aceptando sin conceder que esto sea cierto (no poseo la información sobre los índices socioeconómicos de los miembros del ejército egipcio), Mubarak cometió una falla brutal que contribuyó a su acelerada caída: el respaldo del ejército a su gobierno era frágil y endeble. Si existen intereses perversos por detrás, el ejército está buscando la conciliación entre los diferentes grupos sociales para después poder extender su mandato militar probablemente (seguimos especulando) para invocar invocando a la “inexperiencia política del pueblo egipcio” después de 30 años de dictadura,  por lo que son incapaces para gobernarse solos. Si no existen intereses perversos, los medios utilizados siguen siendo igualmente efectivos para celebrar elecciones democráticas en 6 meses.

Para recuperar la confianza en las fuerzas del orden –por lo general, leales a los regímenes dictatoriales, altamente centralizados y profundamente jerarquizados tal y como la organización de estos cuerpos está conformada) hay que saturar el imaginario colectivo de la sociedad y hacer ver que el “ellos” y el “nosotros” que se pensaba en los tiempos de Mubarak, no es tan distinto a un “todos” ahora que el dictador se fue. Los militares egipcios dan gala de una comprensión sobre el fenómeno social que se vive en su país inigualable a otro momento histórico. No se entienden a sí mismos como especiales o sobresalientes sobre la generalidad, sino que toman dada la coyuntura el mando provisional de algo que les pertenece a todos.

En conclusión, al parecer la dictadura de 30 años de Mubarak era débil al interior debido a que existía una relación clientelar entre los diferentes grupos de poder. Con los militares ligados al régimen por una cuerda bastante floja, con una policía corrupta y directamente relacionada con la figura del dictador, era de esperarse que al incendiarse los ánimos del pueblo árabe, la dictadura no pudiera sujetar al ejército o a la policía al haber sistemáticamente abusado de estas dos instituciones en pro de una realidad que nunca les dio ningún beneficio. Todo lo contrario, la dictadura egipcia únicamente buscó enriquecer a los familiares y amigos cercanos de Mubarak. Se necesito una chispa de esperanza entre gente organizada para revelar que otra forma de proceder era, y hoy es posible, en Egipto después de 30 años de oscurantismo.

Para terminar, pregunto:

¿Cuántos años lleva el modelo neoliberal generando externalidades negativas a nuestra sociedad sin ofrecer las ventajas que, de concepto, debiera dar?

¿Cómo ha sido la política pública de Calderón respecto a la inseguridad?
¿Tiene en su gabinete a los más preparados?

¿Si tenemos el inalienable derecho a elegir nuestra forma de gobierno (Art. 39 constitucional), por qué no elegimos otra?

La sociedad egipcia es protagonista, toda en su conjunto, de esta Revolución.

La sociedad mexicana es responsable, toda en su conjunto, de esta Regresión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario