¿Quién es Casandra y por qué grita?

En la mitología griega Casandra fue hija de los reyes de Troya y sacerdotisa del templo de Apolo con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, la sacerdotisa rechazó el amor del dios. Éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: Casandra seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Tiempo después, Casandra previó la caída de Troya y todo por lo que luchaba, pero le fue imposible prevenirlo: tal era la maldición de Apolo. Pese a su anuncio repetido e insistente de la inminente desgracia porvenir, ningún ciudadano ni sus propios padres dieron crédito a sus vaticinios.

sábado, 30 de julio de 2011

Javier Sicilia y el Diálogo: liderazgo social responsable

Es cierto. He dicho mucho sobre el movimiento de Javier Sicilia y por lo general mi crítica giraba alrededor de lo incompleto que me parecía el movimiento: sí se enarbolan todas las banderas de lucha social bajo un mismo grito desgarrador de “estar hasta la madre” pero no se articulaba –una imposibilidad inherente a la primera condición- que le diera contundencia…mejor dicho, trascendencia al movimiento.
Señores, se ha logrado.

El pasado jueves 28 de julio se llevó a cabo el Diálogo (con sus condecoradas mayúsculas) entre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y dirigentes de todos los grupos parlamentarios (todavía no se ganan la tan ansiada mayúscula) en el Castillo de Chapultepec. Más de 5 horas duró este ejercicio. Para quienes lo vieron, ya saben lo que pasó; para los que no, este no es el espacio para hacer un recuento detallado sobre el evento pero si recomiendo ampliamente informarse sobre los highlights de lo sucedido. Trataré de resaltar uno muy general pero tremendamente importante: la sensibilización del acartonado poder político aunado a talachudo, gris y laboriosos trabajo de escritorio que por fin llegó en la modalidad de “propuesta”.

En un primer momento imperó el dolor. Historias que no se alcanzan a entender y mucho menos a explicar desde una lógica racional que tumbarían del pedestal de la ignominia a cualquier persona. La palabrería que ha colmado el espacio público en innumerables conversaciones que alguno de los lectores ha tenido a lo largo de estos años como “los muertos…”, “las balaceras…”, “el Estado que no hace nada…”, “la culpa es de…”, “Estaríamos mejor con/estaríamos peor sin…” se caen desde el pedestal más alto una vez que se encara y se escucha a personas que lo han vivido en carne propia. Lo único que podemos decir es qué es lo que se siente escuchar a alguien que siente tanto.

Este ejercicio en sí mismo es valioso, pero de haber terminado aquí, la oposición se habría “fetichizado” (Attolini, 2010) y un velo de morbosidad y falsa legitimidad sería lo que el Estado habría obtenido. Si únicamente hubiese sido un desfiladero de víctimas que, con todo el dolor y toda la pena, le reclaman a las personas encargadas de legislar en este país todos los males por los que han pasado (guardería ABC, desaparecidos, mujeres asesinadas, la baja matrícula para ingresar a universidades públicas y su paupérrimo presupuesto) nada nuevo habría dejado esto. Pero, señores, vaya que sí lo dejó…

Acompañando a estas personas y poniendo un punto y aparte al inmenso dolor y odio que las víctimas expresaron (con justa razón) a los legisladores, un grupo de personas presentaron propuestas definidas, claras y distintas enfocadas a distintos temas en específico para que con el apoyo de los legisladores ahí presentes se llevaran a cabo. ¡El mejor lugar para hacerlo…y lo hicieron! Redactaron iniciativas de ley, contrastaron puntos de acuerdo aprobados en alguna de las cámaras con la interpretación jurídica de expertos en la materia (como la que hizo el abogado general de la UNAM sobre la Ley de Seguridad Nacional), preguntaron hacia dónde camina el proceso de aplicación de Convenciones Internacionales como la de Mérida y Palermo (http://goo.gl/C74Tw, 13 de abril de 2011) y cómo y cuándo se llevaría el seguimiento de lo ahí planteado. ¡Impresionante!

Quisiera resaltar la postura de Javier Sicilia y de quien ahora se ha vuelto una voz de sabiduría a su lado, el Maestro Emilio Álvarez Icaza, quien fue el interlocutor de muchos de los anteriormente mencionados puntos a favor del Movimiento. Javier Sicilia, en cambio, con un discurso y muy claro sobre las expectativas que se tiene del país en el que vivimos y la realidad que lo acongoja más allá de todo surrealismo, logró transmitir en emociones y lógica que un México nuevo es posible.

Con la sensibilización mediática que se logró (me parece y lo afirmo contundentemente) sobre la situación que vive el país de viva voz de sus víctimas, el movimiento ya había ganado una batalla. Pero haber acompañado el discurso de dolor con uno de propuesta positiva e institucional, hacen del Movimiento algo trascendental. La sociedad civil organizada de manera horizontal, congruente y anónima (no hay liderazgos que secuestren la causa social sino al contrario, habiéndola recogido en un primer momento han logrado articular un plan de acción conjunto fino, delimitado y viable) es lo que se vio en el Castillo de Chapultepec el día jueves.
Bien por el diálogo. Muy bien por el trabajo realizado por especialistas técnicos y racionales en cuanto a las propuestas presentadas en concreto ese día. Para que una buena idea se realice se necesitan de dos agentes: quien la proponga y quien la secunde, el cual si no existe la idea se queda ahí… en una aspiración abstracta irrealizable e irrealizada.

Son muchos los problemas, sí, pero tenemos que empezar a delimitarlos hacia propuestas concretas y proyectos en conjunto con las instituciones porque al final del día, sí, jodidas y desprestigiadas pero son nuestras. De alguna manera han llegado a estar en el estado que están. Que sí, cuesta un friego de trabajo sacarlas del atolladero en el que se encuentran. Pero así como el 11 de diciembre de 2006 nadie dijo nada sobre el Operativo Michoacán decretado por el Presidente Calderón (por cierto, uno de los puntos resaltados en el discurso de Javier Sicilia) ahora no podemos decir que ya no hay solución. Sí la hay, está canijo, pero caray, si no somos nosotros, ¿quién?